martes, 23 de noviembre de 2010

Me gusta beber café, me encanta el café con leche de sobre calentito o el bombón con hielo como sustituto del batido de chocolate; pero sin embargo odio el sabor que se te queda después de tomarlo, me recuerda al sabor que tienes en la boca cuando te despiertas, y lo odio. Así que, siempre que bebo café suelo comer un chicle después. Mis chicles favoritos, sin duda, son los de melocotón. Me resulta el sabor más agradable y el que más tiempo dura, lo que pasa es que no puedo hacer pompas con los chicles de melocotón que mi madre compra, porque están demasiado duros, así que me conformo con el sabor. Odio quemarme la lengua. Odio beber café que esté tan sumamente ardiendo que se me queme la lengua y esté dos o tres días con ese escozor ardiente horrible. Realmente me gustan más las bebidas frías, odio beber agua templada, sea verano o invierno. Me encanta llegar del instituto muy cansada y teniendo sed desde por lo menos la quinta hora y llegar a mi casa, coger mi botella de agua de medio litro y beberme más de la mitad a tragos para quitarme la sed. En invierno, después de comer, me encanta tumbarme en el sofá y poner la tele bajita para dormir con mi manta de tigre durante un par de horas, porque mi padre se encarga de despertarme con su dulce voz. Odio también que me suene el despertador por las mañanas, sobre todo para ir al instituto. Lo pongo a las 7 y 20, pero lo retraso por lo menos dos veces, por eso siempre llego tarde (lo siento, Paula :S). Nunca suelo desayunar por culpa del tiempo, pero tampoco es que me importe mucho.
Me encanta comer chocolate con galleta. El nestlé jungly sobre todo. Me encanta abrirlo y ver qué animal sale en la ficha de cartón que viene con cada tableta. Me gusta mucho dormir, me pasaría la vida durmiendo como una marmotilla. Me encanta dormir en invierno tapada hasta las cejas con mi monstruo de las galletas conmigo y con el móvil al lado de la almohada por si acaso alguien me necesita. Me gusta escuchar a la gente. Me gusta que me cuenten, me gusta contarles, me gusta ayudarles, me gusta cotillear también, ya que estamos. Me gusta mucho ir al cine y como excusa comprarme palomitas y ver cualquier película, pero por desgracia eso sólo podía hacerlo cuando el cine no costaba 8 euros. Odio que la gente me mienta, me esconda cosas o que me ponga otra cara cuando no estoy, odio la falsedad. Odio cuando se crujen los dedos cerca de mí, pero sin embargo yo lo hago constantemente. Me pone nerviosa y de muy mala leche la gente que tartamudea y me dan ganas de hacer atrocidades. Cuando me pongo nerviosa me muerdo la piel de alrededor de las uñas de las manos, por eso siempre tengo los deditos rojos y con heridas. Cuando estoy nerviosa suelo evadirme con la gente, siempre intento hablar de otros temas o incluso hablo de alguno que me preocupe especialmente cada cierto tiempo simplemente para desahogarme y explotar. Me gusta mucho hacer ironías, pero ODIO que me las hagan a mí, porque no pillo absolutamente ninguna y siempre quedo mal. Al igual que odio que la gente intente ser graciosa y lo que digan no tenga gracia alguna, pero luego, yo me abstengo a contar historias graciosas porque consigo estropearlas de la manera más vil. Me gusta ver a mi abuela reír. Como lo hace tan poquitas veces, cuando lo hace lo valoro mucho más. Odio los cambios de humor de la gente. Me desconciertan, me preocupan, me hacen cambiar de humor a mí misma. Odio depender de alguien, pero suelo hacerlo mucho. Soy muy cariñosa, creo que es mi mayor virtud, aparte de la de empatizar. Odio que me contesten mal, me lo tomo siempre fatal y me pongo muy triste con facilidad, pero también es muy fácil hacerme reír. Me gusta mucho que me hagan reír.

2 comentarios:

  1. Me gusta cuando escribes textos rebosantes de magia, como este último. Odio que no lo hagas más a menudo.
    Y permíteme un apunte: Si el café es bueno hallarás un poema en el borde de la taza.

    J.

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